Trenecito de los cojones
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No era barato, pero tampoco era caro.
En realidad, era bastante caro. El tren eléctrico que había pedido Meiguelito para reyes ya era un hecho. Su padre Mefisto había trabajado día y noche para conseguir dicho artefacto. Meiguelito, en paz consigo mismo, jugó 5 minutos con dicho artefacto (al que bautizó proféticamente como «O’Sullivan el breve») con una sonrisa de oreja a parietal y luego se dedicó al noble arte de ignorar al otrora divertido trenecillo.
Mefis, como era conocido su progenitor, dejó su trabajo en peleterías «El mejunje» y se fue a una montaña a cagarse en la juventud actual mediante el método del grito pelado barranco abajo.
Mefis, cagándose en todo, by Renkhis Vomigfakda