La misteriosa huída social de un trotamundos

Ingmar Ginés Al Yusuf era un habitante más de este planeta díscolo. En su pasaporte beliceño constaba que Trocotró era su localidad natal, y que desde muy joven había visitado numerosos países, desde naciones prósperas del «primer» mundo industrializado hasta repúblicas de reciente creación. 

Sus intereses omniculturales provocaban que cuando llegaba al destino deseado lo hiciera con el dinero aproximado para aguantar tres días sin pasar necesidad. Luego comenzaba a labrarse desde abajo su particular modus vivendi.

Una de las pasiones de Ingmar era ser registrado por fornidas policías en las aduanas de los aeropuertos y hacerles preguntas sobre las zonas más concurridas y peligrosas de los alrededores. También tenía por costumbre aprovisionarse de sobras de comida de las bandejas de las cafeterías de las terminales y llegar a los núcleos urbanos haciendo autostop.

                  Escaqueo incipiente e impopular de un huidizo, by Pierre de Chamusquina

Los objetivos de las siguientes 48 horas de IGAY era procurar conocer al cocinero de algún establecimiento pútrido, localizar alguna zona adecuada para realizar sus ejercicios físicos y buscar el hostal más barato con el casero más débil. De esta manera se mentalizaba para el cambio de status cuando se le acabara el dinero. En su ritual de primera noche se incluía una grandiosa cena y la asistencia a algún antro en el que relacionarse con los lugareños/as más viciosos y eclécticos. A la mañana siguiente, y soportando alguna que otra resaca, Ingmar Ginés salía a trotar por el barrio para reconocer el futuro territorio de sus «vivencias».

Aparte de tenerlo todo bastante bien organizado, la experiencia hizo que en ocasiones lograra ascender bastante rápido en los negocios para los que trabajaba. IGAY parecía que lo tenía todo bajo control y hete aquí que vino a España en marzo del 2004, a la capital, una ciudad mundialmente conocida por su mescolanza cultural.

Tras aterrizar, trató de cumplir sus habituales prácticas, pero le fue imposible: en la aduana fue registrado por hombres, cuyos gorros parecían forrados de charol, que intentaron socavar su hombría. Una vez terminada la vejación, fue acompañado hasta la puerta de llegadas por estos agentes de verde. Tampoco encontró bandeja alguna de restos en la cafetería, y le fue imposible parar a algún vehículo que le transportara al centro gratuitamente y, para colmo, estuvo desorientado por la poca información que le ofrecieron los de aduanas.

   Boceto alterado por la ingesta incorrupta de medio kilo de habas, by Suntalón Periférico

Su instalación y hospedaje se convirtieron en una odisea, siendo objeto de graves delitos al consumidor. La posterior cena de la primera noche le dejo sin un chavo, y a partir de ahí ya no supe más de él.

Se ha rumoreado que salió a las 11:12 a.m. , para su habitual carrerita, y que fue asaltado por un enjambre de abejas en el parque del Berraco, quedó ciego por su alergia y cayó al fondo del lago sin que nadie se percatase.

Otra versión apuesta por el móvil del asalto y posterior desmembración en un sótano chino, cerca de la plaza del barquero mareado, pasando a formar parte de los ingredientes de 351 rollitos de primavera y del caldo de alguna sopa de aleta de tiburón.

La policía nacional tiene la total seguridad de que fue uno de los terroristas del abominable atentado perpetrado en aquellos días, y el dueño del hostal Estoque Trasero, poseedor de su pasaporte, asegura que lo vio subir a una limusina y perderse por las callejuelas de la ronda del mesozoico, lo cual le da pie a imaginarse que cayó en los brazos de la mala vida y vive fumando opio en alguna estación obsoleta del subterráneo, alimentándose de carne de rata e insectos polimorfos.

Yo estoy convencido que Ingmar Ginés sigue corriendo y huyendo de los prejuicios y menosprecios a los que fue sometido en menos de un día por parte de intransigentes congéneres.

Huye trocotero, que encontrarás tu lugar, huye Ginés, ¡¡¡¡y pon al mundo del revés.!!!!

                                               Kimberly Glustis Glap  Artista Rupestre Y Nefróloga De Vuelos Rasantes