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07 Febrero 2014, Payachos

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 PAYACHOS

Buenas tardes queridos lobotequers, ¿cómo están ustedeeeeeeeeeees? Los que tengan cierta edad recordarán este saludo mítico de los payasos de la tele: Gaby, Fofó, Miliki, Fofito y el doctor Nacho Martín (y Rodi…). Pues, ya que sacan el tema de los payasos, este mes voy a hablar de unos de los que no hacen reír, sino todo lo contrario. Bueno, a los demás países seguro que les hacen bastante gracia.

La sociedad española en general (incluyendo nuestra tierra canaria), está hasta los cojones hasta los cojones de esta panda de payasos, estafadores y delincuentes que tratan de vivir como reyes a costa del resto de la población. Fíjense si son chungos que hasta el mismísimo Juan Carlos Valerón ha esbozado algún gesto de desaprobación ante la actual situación del país.

En este país tan cachondo y divertido tenemos a un tipejo que dice que «la ley es como las mujeres, están para violarlas». Otro «iluminado» dice que «el feminismo deconstruye a la persona». Esta persona es un obispo. ¿Para qué sirve un obispo? Para absolutamente nada bueno, parece ser. Esta misma persona relaciona, en otra hábil demostración de escasa actividad neuronal, la homosexualidad con la prostitución. En esa misma línea, otro genio del humor (otro obispo, claro), ha decidido que «el matrimonio gay da hijos con grandes perturbaciones». Bueno, supongo que más o menos es lo mismo que decir que por ser cura tienes que penetrar analmente a personas de menos de 8 años de edad.

Aparte de promover el odio a las mujeres y a las personas que sexualmente eligen lo que les da la gana sin molestar a nadie, en este país los payasos a los que hemos dado el poder también están en contra de la cultura. O sea, pretenden que este sea un país homófobo, machista, antiabortista y con menos cultura de la que ya tiene. Un país donde existen los eventos taurinos. El país del macho ibérico, el país donde una infanta sufre alzheimer repentino, el país donde los bancos roban al ciudadano con la ayuda del gobierno. Y luego esa panda de payasos lloriquea porque alguien les abuchea en un acto público. Que se lo digan al ministro de incultura, al cual le dio un repentino apretón que le impidió estar en la gala de los Goya. Que pena, pobres payasos, lo que sufren.

Pues nada, a rezar, porque todo lo que pasa es voluntad de dios, un tipo que ni siquiera es capaz de lanzar telarañas. Llenarán las aulas de crucifijos y volveremos a los años oscuros, a adorar estatuillas de madera. Ellos vivirán felices en sus mansiones, no habrá años oscuros para ellos. Quieren convertir el país en un vertedero cultural. Pero dará igual, porque si rezas irás al cielo…

Y, para rematar, un tipo, que además es ministro, dice que santa teresa nos ayuda en estos tiempos de crisis. No sé si se refiere a una figurita de madera que tanto les gusta a estas personas adorar, o si se refiere al ron. Espero que sea a esto último.

Por eso La Loboteca espera que, aparte de este editorial, que no tiene maldita gracia, el lector se divierta con el resto de la revista y se olvide por un rato de esta troupe de payasos siniestros. Ese es nuestro objetivo. Difícil, pero no imposible.

Pd – Respeto enormemente la profesión de payaso. Una digna profesión que trata de hacer reír, igual que lo que pretende La Loboteca (aunque igual La Loboteca es menos digna, lo acepto). Los payasos a los que me refiero en este editorial son otros, ya saben cuales.

Dingo Wollobolf

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