Mar. Jul 2nd, 2024

Southern Billy

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 Southern Billy era un buen poli, astuto como pocos. Olisqueaba el crimen a milímetros de distancia. En una ocasión, presintió que se avecinaba alguna ilegalidad con el pírrico argumento de unos tipos en un coche intentando atropellarlo entre risas y disparos de metralleta.

Afortunadamente, Southern Billy, un tipo vivo y sagaz, logró cubrirse de los disparos con un niño que en esos momentos deambulaba por la calle jugando con su nuevo patinete, ignorando que segundos después moriría como un héroe. En la segunda ráfaga de disparos logró salvarse gracias a una viejecilla que caminaba grácilmente por la calle, cuya única intención era visitar a sus nietos que acababan de nacer. Sabiendo esto, Southern Billy replicó a la vieja, cuando esta yacía a punto de fallecer “¡a mi plin, los verás en el más allá!”, aunque por su mente había pasado un “¡¡¡muere, vejestorio!!!”, pero le pareció algo, cuando menos,  salido de tono. Así fue como alguien tan genial y tan lleno de ronchas como Southern Billy comenzó a forjar su leyenda.

Todo esto nos lleva a lo que aconteció en un frío día de agosto, con un sol de injusticia, en la zona más céntrica de la ciudad.

 

Resulta que cuatro atracadores de escasa monta habían tomado una tienda de esas para freaks y amenazaban con ayudar a perecer a los rehenes…

 En esos mismos instantes, en otro lugar de la ciudad, en zona poco agraciada, Southern Billy, amordazado y con una pistola de color poco varonil apuntando a su occipital derecho, sospechaba que alguien tramaba algo malévolo, pero no sabía qué. Aún así, intuía el peligro. El presunto delincuente se disponía a apretar el gatillo. El pobre animalillo expresó su malestar con un maullido quejicoso y salió corriendo. En ese momento, en su otra mano, el malvado malhechor se dispuso de nuevo a apretar el gatillo, y esta vez se refería al arma que apuntaba a la sien de nuestro querido Southern. Lo que no pudo apreciar el pérfido bigotudo fue que, en los escasos segundos en los que dirigió su vista al felino, el genial e imprevisible Southern Billy había colocado hábilmente, entre la pistola y su sien, la cabeza de una monja misionera que se encontraba paseando por allí sin advertir el heroico destino que le esperaba. Solo un instante después del inevitable desparrame de sesos mojigatos sobre el suelo, Southern Billy tuvo la astucia y la frialdad necesarias para levantarse, arrebatar el arma al aturdido granujilla y acribillarlo a balazos, justo antes de que le sonara el móvil con el divertido tono de los dibujos animados de Leoncio y Tristón, aquellos míticos personajes de Hanna-Barbera. Eso siempre hacía sonreír al bueno de Southern Billy.

  

 

             

Óleo de Southern Billy en acción, by Flarl Albom

 

 –“¡¡¡Southern Billy!!!, ¡¡¡soy Northern John!!!, ¡te necesitamos aquí ahora mismo!. Hemos rodeado a cuatro traviesos atracadores de bancos en una tienda de comics. ¡¡¡¡¡Tienen ocho rehenes!!!!!”

-“Cálmate Northern John, no es para tanto. Hemos vivido miles de situaciones así, incluso nuestros padres murieron en un atraco a un banco, recuerdas? Jajaja.”-

Jajaja, es verdad”

Entonces, ¿por qué estas tan estresado y frenético?”

Es que me estoy meando”

Bueno, voy para allá. Pero no mees hasta que yo llegue”

Ok”

 

3 horas y cuarto después…

 

Hey, Southern John, has tardado mucho”- dijo Western Jack

Sí, estaba comiendo sesos de monja, jajajaja.”

Eh?”- exclamó Western Jack con cara de no saber de que hablaba

No, es broma, estaba comiendo sesos de mono en el bar de la esquina”

Ahhhh, que rico”

Sí, estaban deliciosos…¿dónde está Northern John?

Murió hace un par de horas. Le estalló la vejiga”

Jajaja, era mucho ese Northern John. Me la parto. Bueno, infórmame de la situación, que no todo van a ser risas y fiestas”

 

Bien, tenemos cinco rehenes”– expuso Western Jack

 

No eran ocho?”

Sí, pero nos fuimos a comer y dejamos los móviles apagados. Por lo visto nos habían dicho por sms que por cada hora que pasara matarían a un rehén”

Jajaja, son la hostia… pero les entiendo, lo primero es comer”– sonrió pícaramente Southern Billy. “Entonces, ¿quienes son los cinco que quedan?”.

Aquí están los informes” – respondió Western Jack, entregándole unos papeles que olían a estofado y llenos de grasa de chorizo.

 

  1. MIDWEST TONY – Varón de 13 años. Alto y simpático la mayor parte de las veces, menos a mediodía. Pastor de cabras, ovejas y ñus. Casado con una mujer de cabello descuidado. Tres hijos, dos de ellos humanos. Hace años fue arrestado por malvender a su hija en un puesto de melones de la feria. Fue condenado a vender a su hija a un precio razonable. 
  2. SOUTHNORTH SALLY – Mujer de 27 años. Retrógada y regordeta. Vigilante de seguridad en la escuela de asesinos Lecter. Vive con su abuela muerta y su novio, un tipo huraño y poco dado a bailar tangos. Casi nunca come con las manos. No tiene antecedentes, aunque todo el mundo la ha visto cometiendo asesinatos a plena luz del día. Pero vete tú a decirle algo…
  3. EASTWEST RANDY – Varón de 51 años. Su trabajo actual es de esbirro, aunque también ha trabajado de matón, lacayo, secuaz y sicario, siempre por ofertas que le llegaban de la oficina del paro. Vive con sus tres hermanos funambulistas. Perdió a su madre en un accidente de sidecar hace un mes, pero se alegró bastante porque a él no le pasó nada. 
  4. NORTHEAST ZACHARY – Varón de 112 años. Viudo y padre de tres hijos: Cletus, Pontiac y Susan. Triatleta y payaso. En su juventud había sido boy-scout y violador de lesbianas. Lleva un bisoñé azul con el que trata de pasar desapercibido. Solo había entrado en la tienda de comics porque tenía ganas de cagar. 
  5. MIDEAST HILLARY – Varona de 33 años. Vive sola desde hace 25, cuando toda su familia se mudó a la casa de al lado. Nunca los volvió a ver. Ese hecho hizo que se refugiara en la neo-taxidermia, disciplina totalmente alejada de los puristas, lo cual le acarreó numerosos detractores.   

Vista frontal de la tienda freak, by Fabb Anakuto

 

 “¡Joder, menuda peña!” – exclamó Southern Billy

Pues los tres restantes eran peores: un envenenador de perros, un estomatólogo de maniquíes y un tímido” – respondió Western Jack.

¿Nos hacemos los locos y nos vamos? Los atracadores impartirán justicia a su antojo. En realidad, ¿qué es justo y qué es injusto? Nadie lo sabe.”

Sabias palabras, querido Southern Billy”– asintió moviendo la cabeza de arriba a abajo el bueno de Western Jack.

 

Y ambos fueron caminando hacia atrás, para disimular, desapareciendo en la penumbra.

 

¿Cobardes? No lo creo. Simplemente unos héroes a los que, en un momento determinado, no les apeteció hacer algo.

 

                                                   

Historia –  Dingo Wollobolf     Ilustraciones – Sofoclita Belcebú

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