Mar. Jul 2nd, 2024

Dos veces por semana

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Ha sucedido en el municipio pacense de Andarrubías, donde el tranquilo día a día de el pequeño pueblo de Hornoalonso, con únicamente 323 personas censadas, se ha visto sacudido por el escándalo protagonizado por Jian M. Panamá, nacido en esta misma localidad, que ha acaparado la atención de todos los noticieros y cuya historia se ha hecho viral en cuestión de horas.

Todo surgió de algo tan inocente como una conversación en la barra de un bar. Jian charlaba amistosamente con su amigo Ciprián cuando, hablando de todo un poco, dejó caer que había comido lentejas ese mismo día, justo antes de bajar al bar. Fue en ese momento cuando Ciprián, casi tartamudeando y en estado de evidente nerviosismo, abandonó el lugar entre sudores y lágrimas, y es que el también vecino de Hornoalonso estaba convencido (y luego se pudo comprobar tras la detención y el interrogatorio) de que Jian ya había comido lentejas esa misma semana.

Horas más tarde la noticia corrió como la pólvora y la consternación en todo el pueblo se hizo evidente. La tranquilidad que suele reinar en Hornoalonso se había derrumbado como un castillo de naipes. Los vecinos no salían de su asombro y, como suele resultar en muchas ocasiones en este tipo de casos, tenían a Jian como buena persona, buen padre y esposo, amigo de sus amigos y todas esas mierdas que se suelen decir de este tipo de personas a posteriori. Ni siquiera su chismosa vecina Abdulia Pananás pudo olerse algo ya que, al responder a las preguntas de nuestro enviado especial Matildo Carantón, no pudo más que agachar la cabeza y, con evidentes síntomas de embriaguez postcoital, aceptar que lo que había pasado en su mismo edificio nadie se lo esperaba, e incluso iba a marcar para el resto de sus días al vecindario.

La familia de Jian ha sido la más perjudicada en todo este escándalo, ya que algunos vecinos la han tomado con ellas por el simple hecho de convivir con el monstruo y han exhibido pintadas en la fachada de la casa con mensajes como «cerdos», «fuera del pueblo», «desordenados» y «tonto el que lo lea». Tanto a su mujer, Fernanda Tachs, como a su hija Avelina Mapamundis, se les ha puesto en manos de varios psiquiatras y otorrinos después de que sufrieran un colapso nervioso escrotal.

Las autoridades aún no se han pronunciado al respecto, aunque la opción de fusilar al sospechoso ha rondado ya por las cabezas de algunos mandamases. Las reacciones en el vecindario no se han hecho esperar, aunque aún estamos esperando por ellas. Devolvemos la conexión a nuestros estudios de alfilespaña.

                Cuadro cubista neorromántico «El monstruo de Hornoalonso», by Pablo Gripasso

 

                                                                          Dingo Wollobolf

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