Mar. Jul 2nd, 2024

Turbulencias en la línea de tierra de un jolgorio mucoso

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Filibor Artolón y Bólibor Fraudil regentaban una pajarería sin jaulas, y lograron enhebrar la aguja con el hilo de platino y la tanza bajo la tenue iluminación de aquella incombustible vela de su chalet endosado, para poder adecuar su vestuario anodino a los fastuosos ropajes que se llevarían en la fiesta del patio interior del edificio Pasterminz y a la que, sin saber por qué, habían sido invitados por algún mensajero misterioso enviado por el propio Obdulio Pasterminz-Cúper, el benefactor más aplaudido por los zurdos de Gluñam.

El edificio Pasterminz, famoso en aquella parte del hemisferio matriz por haberse rodado inolvidables escenas de películas anormalmente conocidas (tales Como «Olor A Barniz» ,»¿Por Quién Doblan Las Esquinas?» ,»Atasco Vivaz 4 «, «Submarino Precoz» Y «Despropósito Indómito» ), iba a albergar la fiesta más tumultuosa desde que la megabanda de rock demodé The Manidoos alquilaran el aeropuerto de Las Angelos para rodar un anuncio de la bebida viscosa más refrescante del mundo pretérito y alrededores.

Pues bien, llegado el día del evento, provistos de la invitación y un dudoso estilismo (sobre todo en el calzado), se presentaron a las puertas puntuales como centellas y accediendo al recinto serenos como pocos, hechos que rápidamente les otorgaban el dudoso reconocimiento y mofa de los allí congregados, que eran una selecta acogida de mil personas en la impresionante estancia. Y aderezando la muchedumbre un alcalde elegido por los alcaldes colindantes , un general apático de las fuerzas invisibles, la señora Mastalee, huérfana del pionero de la coma; gentes del bien, del regular y del mal, del faranduleo, del ‘déjame’ entrar que no puedo y disipados, aparte de Flowever Marimorena , hija predilecta de la nación Martipia, que había introducido a todo su séquito de seguridad privada a la fiesta más nerviosos de lo habitual ya que se le había roto el tacón de sus zapatos imposibles al pisar el primer escalón del baño.

Una vez metidos en aquella lujosa instalación y percatándose del percal que le daba con el pico y la pala a los cocktails y combinados, no dudaron en nivelar el estado etílico, aunque el acertado Bolibor prefirió jincarse una buena ristra de canapés desmesurados antes de comenzar a engullir chupitos de anís y champagne selvático.

No tardaron siquiera diez minutos en sentirse como en casa, que al fin y al cabo es de lo que trata un jolgorio multitudinario. Veinte minutos más tarde se había vuelto la tortilla de los estados alterados y toda la camarilla que antes miraba por encima del hombro con cara de finolis se convertían por momentos en expresiones de horror en algún caso y de shock en el resto, ya que Filibor, dejándose llevar por la musiquilla que allí sonaba, había introducido su lengua en la oreja de la viuda alegre del homenajeado, además de la esposa del padre del reconocido benefactor, el fallecido recientemente en defensa propia Parludio Pasterminz II, un ejemplo plausible de cómo evadir al fisco sin que se note, y compositor entre otras de sintonías de programas de variedades variopintos como ‘La notte del Edelweiss”, “Chapuceros en apuros”, “Una notte, un sogno”, “Fastacloro Y Mosaico en la notte” y el reconocido reality “Si quieres algo lo haces en la notte”…

No tardaron en bajar la música. La mayoría, que no se había enterado del extraño episodio protagonizado por los “invitados” sorpresa, comenzó a abuchear a la organización y la seguridad de Miss Flowever, que parecía al borde de actuar para contra Filibor ”Lameorejas” y su acompañante embrutecido.

Habían transcurrido treinta y siete minutos desde su incursión en la celebración, pero he aquí que tomó las riendas de la situación el siempre correcto Obdulio, dueño y creador de sus sueños, dirigiéndose primero a los exacerbados nervios de los asistentes con un tono encantador, firme, pausado, y espetando a los rudos caballeros de seguridad a desempuñar sus porras y material punzante con un: “¡Primero,hola!, ¡segundo,tranquilos!, ¡tercero,gracias por venir!” y, tras soltar un ligero soliloquio sobre las andanzas caribeñas de su padre y una moraleja ininteligible acerca de las civilizaciones milenarias de Trapisoñiak , invitó a la pareja de pajareros a que se acercaran a donde él estaba tras invitar a subir la música y que la fiesta continuara.

Bólibor y Filibor fueron gentilmente acompañados a la presencia del hospitalario millonario por un par de corpulentas secuaces del destino, aunque en esos momentos no sabían por qué estaban allí, ya que ni siquiera se alegraron al saber que fueron premiados con parte de la fortuna que el difunto Parludio había donado al desarrollo de los negocios divergentes (como el de la pajarería de este par de botarates) y gracias al número de “lotería sobre la marcha” que habían adquirido al entrar al lujoso recinto. Este fue el motivo verdadero de su presencia en la fiesta, que no llegaron a recordar hasta pasados un impar de días, no sin dificultad, a pesar de llevarse un par de frondosos cheques a los portadores firmados por Don Obdulio que, a su vez, se comprometió con la dupla a repasar regularmente con un bastoncillo de algodón las cavidades auriculares a su comprensiva madre, ya que Filibor, tras el desafortunado incidente intermucoso, había advertido entre balbuceos que la señora tenía un notable tapón de cera dentro de la oreja lamida.

Representación de la visión de Bólibor tras ingerir más de 10 chupitos espirituosos, by Trudgen Glüstis

 

Güalson Glüstis Andreievsonn. (Piloto de drones aterciopelados y bastardo de un rey)

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