Mar. Jul 2nd, 2024

Cochambre

1 minuto de lectura

Lucrecio iba a cagar un poco. Me parece de puta madre, esas cosas hay que hacerlas, antes de que la cosa vaya a más, pero el caso es que, en ese mismo momento, a las puertas de la universidad manca de Snuflo, su hijo Hordiflo esperaba con ansia vodevilesca ser rescatado por su progenitor de sus acosadores malayos Plic y Hortensio, que lo herían en lo más hondo de su aurícula derecha al hacerle ver que estaba pasadico de peso y no podría representar a su país por quinta vez en las olimpiadas para gordos moderados de Quinquinesia del norte.

A Lucrecio, al caer en la cuenta, se le puso cara de molusco acuciado por las deudas y se calzó los patines de un salto saliendo en busca de su hijo de planetario aspecto.

Finalmente, 8 horas después, encontró a su hijo sollozando en el duro y pérfido asfalto, huérfano de padre y donuts.

Páter, ¿cómo has podido llegar tan tarde? Y ¿por qué vienes en patines? ¿Y tu coche nuevo?

Cierto, no se me ocurrió. ¡Pero te traje una ensalada!

– ¡La ensalada, para las cabras!- sentenció su único descendiente propio.

El caso es que tampoco había ninguna ensalada, pero Lucrecio se vio acorralado y derrumbose. Ser duro es padre. 

Cubo de alitas de pollo que diariamente engulle Hordiflo antes de acostarse, by Flicfloc Remedy

Dingo Wollobolf

Más historias

1 minuto de lectura
1 minuto de lectura
2 minutos de lectura