Mar. Jul 2nd, 2024

La belleza relativa

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Este divertido a la par que espeluznante relato nos adentra en la selva de Ginkhor, al surnorte de Opendra, donde los elefantes son gráciles y los ñus afables.

Agrio, hijo de Exténdor, tataraprimo de Mélfos, aguardaba con testicular impaciencia la llegada de su noche de bodas. Le habían sobrevenido pensamientos impuros durante el enlace, mientras ingería moderadas dosis de alcohol, para que su bellísima esposa Emancipea, hija de Velcro, pentasobrina de Úrfulo, pudiera disfrutar de su miembro durante una noche de luna regulera en su castillo de la colina del Fardo, sobrina de la montaña de la Ólide.

Ajeno a cualquier incómodo pensamiento, Agrio, en su felicidad más absoluta, obviaba un funesto dato sobre su amada.

Emancipea poseía una uña del pié tan horrible como la visión de un viejo moribundo esparciendo sus heces sobre el vestido inmaculado de una ninfa de los bosques. Avergonzada por dicha deformidad, había pedido consejo a la bella y sabia Escuala, hechicera de la tribu de las Atníadas, la cual le suministró un crecepelo vaginal que concentrara toda la atención de su marido en su agujero receptor de amor y no reparara en su grotesco y diabólico garfio.

¡¡¡Horreur!!! lianas cuelgan de vuestra lúgubre fosa, ¿que demonios habéis hecho?

– exclamó horrorizado Agrio, al ver semejante frondosidad entrepiérnica.

Estooooo, ¿qué? ¿qué pasa? No sé de qué me hablas – respondió hábilmente la cuasi ex-esposa, silbando nerviosamente y oteando el avergonzado techo, que no sabía dónde meterse.

Ex-amada, antaño bella, arbusto parlante, miss bosque… me voy a casa de mi madre. Mandaré a mi primo Esmeraldo, hijo de Grosello, a por mis cosas…¡Au revoir!

Óleo sobre lienzo de los alrededores de la montaña de la Ólide un lunes por la tarde, by Jerome Macías

 

Dingo Wollobolf

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