Mar. Jul 2nd, 2024

Velada centrífuga

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Faclóco Irrisorio balaba a tiempo parcial al mediodía para escudriñar en las habilidades comunicativas de sus ancestros, aunque lo pasaba mejor en su tiempo libre a pesar de amar su profesión de auscultador de rinocerontes anodinos e hipertróficos por la tarde.

Una vez finalizadas sus jornadas laborales en Subinorri del Palindro Bajo y con el fin de semana de por medio a Faclóco le hizo tilín salir a cenar con su duende preferido, el sr. Menomir Trudito, inconfundible por sus cejas juntas disimuladas por las gafas de cristal ahumado y ligeramente verdusco, su nariz prominente y la sonrisa de un cachorro de boxer, si los boxers sonrieran de cachorros; además de porque era un duende y los duendes son pequeños en comparación con los seres humanos así como es más grande la ballena azul que el tiburón ballena y más grande sería el duende si lo comparásemos con cualquier electrón de Subinorri del Palindro Bajo.

El lugar elegido para la reunión con su «duende-amigo» no fue otro que el vulgar restaurante de Matilete Porcuá, el Mesón Retruécanos, donde se comían las mejores albondigas veganas allende los mares y que estaba valorado con un dos con seis en el Trapiadvaisur, con predominantes críticas por la longevidad del cocinero septuagenario y a las escuetas raciones, aunque con loa hacia el sabor del tartar de merlucinho y panacota más dicharachero del mundo entero.

El restaurante no era moco de pavo, ya que los pavos no eran bienvenidos en aquel lugar no apto para cardíacos, bilbilitanos y ambidiestros sin fondos, pero sí para cualquier persona con lengua a quien le gustara pasar una velada mediocre o masticar treinta y dos veces antes de deglutir.

A las nueve y cuarto de tal viernes, puntuales, se encontraron en la esquina más próxima al local y empezaron a ponerse al día de sus actuales andanzas bípedas, que precedieron a una copiosa cena en el establecimiento de Porcuá, en donde departieron acerca del mundo abstracto , la inmensidad del mar, los saltimbanquis asiáticos, la cartera de valores del abogado de diablo y los deportes individuales al aire libre; una estimulante conversación que no quedó zanjada, ya que después de varias horas allí parapetados acabaron siendo desalojados por los agentes de la Policía de Subinorri con el consiguiente y acelerado cierre abrupto del Mesón, hecho que perturbó el buen ambiente que, casualmente , nunca más pudo haber, ya que el cierre del local fue definitivo a la par que fulminante, ya que las críticas en las redes sociales virtuales habían hecho viral la edad del cocinero, al cual se llevaron detenido y puesto en libertad por ser mayor de lo que alegaba su documentación oficial, y por blanquear capital o cual mediante la técnica del nudillo que es como codillo pero con nu.

Era cuasi tarde y el sr. Menomir tenía que volver al bosque, por lo que se despidió apresuradamente de Faclóco recitando a voz en grito un simple poema mientras se alejaba del lugar de aquellos hechos, y que decía así:

«Faclóco me tengo que ir,
Volveré cantando al bosque al que siento como mío
Aunque es muy agradable no oir ni pío.

Nos veremos en otra ocasión Irrisorio, amigo,
Hablaremos, reirémos y nos hartaremos a buen vino.
Pues como dijo don Anacardo Pluviloso, es mejor retirarse tarde que intentar trasquilar a un oso.»

Faclóco quedó inmóvil en la calle como si fuera un mimo quieto. Segundos más tardes se iniciaba la teletransportación a su casa, así, sin más, y sin haberlo planeado había adquirido un superpoder.

 

Motivo simétrico de los manteles del mesón Retruécanos by Pepín Glüstis Cucumber

 

Ricker Glüstis Mánimor «Restaurador de bulos y sereno silencioso»

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