Mar. Jul 2nd, 2024

Arreón

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Cuenta la leyenda del patio de vecinos que en la fase más añeja de la edad dipellina de la etapa de las civilizaciones anteriores al fuego y situados en el altiplano de Granil, los habitantes pioneros acostumbraban a alimentarse con las manos de pequeños anfibios, insectos varios y aves de compañía, además de jugosos tubérculos, deliciosa fruta variada y raíces del árbol Eunigio, primo hermano de Einugio.

Los niños eran iniciados en el medio acuático al ser arrojados por obra y gracia de algún familiar desde los bordes del lago Poündesquieu a sus frías aguas serenas para que al tomar contacto con ella se estimulara la movilidad de sus extremidades, y también para quitarles la bobería de sopetón, en algunos casos.

Pues bien, fue por aquellas semanas, año arriba mes abajo, que le tocó el turno de caer al lago a Ayuki Jilguero, el niño mapache, que a la postre sería el que convertiría la disipada existencia del animal humano en la variopinta del humano animal, pues desde que tocó obligado las frías aguas del Poündesquieu se cogió tal rebote que no cejó en el empeñó de que en un futuro crearía la combustión para poder tomar baños de agua tibia. Historia que no cuenta ningún tratado científico de los habituales pero que significó el arreón definitivo y prueba irrefutable de que hoy en día existan los jacuzzis y que en La Loboteca nos jactamos de comunicar, divulgar y compartir con el estricto rigor que caracteriza este medio inquieto que es internet.

«Boceto inanimado de las profundidades del lago poündesquieu» by Ferulo Glüstis Altamiro

Karzán Glüstisberg, Becario antisocial en el Economato de Hortalizas, Gerundios y Salamandras

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