Mar. Jul 2nd, 2024

Estulticia suma

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Eran las dos de la mañana de algún día de un mes cualquiera del año de maricastaña. Jeremy Pluscuamperfecto acababa de nacer muerto, lo que le acarrearía un sinfín de burlas por parte de sus amigos del colegio, y de algún sarcástico profesor de cunnilingus.

”Estas muertoooo, estas muertoooo, ñañañañañaña”– era lo que tendría que oír cada vez que acudía a clase de vitrocerámica para mastuerzos.

Después de pasar el mal trago durante 18 años de ser un tipo involuntariamente hilarante, su tranquila e idílica vida como espantapájaros suplente en un campo de secuoyas se vio de repente zarandeada por la llegada de la religión a su vida. Un tipo llamado Engañabobos Idígoras le instó a reunirse con él y con varios compañeros, que habían formado un grupo llamado Cuadrupedia, que aseveraba que el resto de personas que no pertenecían a dicho grupo eran un estorbo para la humanidad.

Jeremy no sabía de qué iba el grupo al principio. Su mentor le había asegurado que se pondría ciego de cubatas en las fiestacas que montaban, así que no se lo pensó.

Poco a poco fueron introduciéndole en las costumbres del grupo. Al principio eran cosas muy sutiles, como por ejemplo matar a su propia familia a golpe de sartén o quemar viejecillas que se sentaban en los bancos del parque a deshora.

Eso fue el primer día. Cuando Jeremy preguntaba al maestro de ceremonias por las razones de sus acciones, el genial Enga (como era llamado por sus compañeros de creencias) le invitaba a leer el Lacra, o libro sagrado de los Cuadrupedia. Por alguna razón, Jeremy pensó que parecían dos folios escritos un rato antes de él llegar, con times new roman a doble espacio.

Pero creyó en ellas ciegamente, por qué no. En ellas se daban claras razones basadas en hipótesis un tanto creativas, comenzando por unas premisas no muy difíciles de cumplir:

 

 

  1. Matar al prójimo
  2. Atracar ancianas indefensas
  3. Violar niñas
  4. Patear y/o aniquilar cualquier bicho viviente
  5. Pensar que el resto de seres son una puta mierda
  6. Dar todo el dinero al jefe del grupo y poner todas las pertenencias de cada miembro a su nombre
  7. Ser esclavo del jefe del grupo
  8. El jefe de grupo tiene todos los derechos sobre cualquier ser vivo sobre la tierra.

 

 

Todos estos mandamientos aderezados con una nota final:si no se cumplen estos mandamientos, no se podrá alcanzar la Hedonisia, lugar a donde van los seres superiores al morir. Al cumplir cada Cuadrupedio 50 años, se alcanzará automáticamente la Hedonisia mediante teletransporte automático. Si se ha muerto antes, siempre habiendo pertenecido al grupo y cumpliendo todas las premisas, también.

Pronto el grupo, como cualquier religión que se precie, comenzó a captar adeptos con disfunción del raciocinio, cleptómanos del sentido común, ignorantes, idos, zumbados, machistas, intolerantes, conservadores, racistas, analfabetos…en definitiva, gente poco espabiladica.

En un par de años llegaron a ser miles, incluso cientos, los cuales habían contribuido a aumentar la tasa de mortalidad. Era una guerra desatada, los Cuadrupedios contra el resto de religiones. Comenzaba el exterminio.

El gobierno tuvo que tomar cartas en el asunto. Se declaró el toque de queda en todo el estado. A las 7 p.m no debía haber nadie en la calle. El día 28 de enero de algún año antiguo se emitió un mensaje en todos los canales nacionales: El gobierno ha llegado a un acuerdo con los Cuadrupedios para reunirse y tratar de terminar con esta masacre sin sentido.

El elegido para representar a los cuadrupedios fue, como no, nuestro querido Jeremy, tipo algo apático de mollera, ideólogo del sinsentido, paladín de la memez. Ya habían pasado tres años desde su ingreso en el grupo y había escalado posiciones, adquiriendo una notable jerarquía dentro de ellos. Viendo lo que había, tampoco podría extrañar a nadie.

La reunión fue retransmitida en directo por todos los canales terrícolas, y alguno que otro alienígena, pero de manera ilegal. Se reunieron el Patata, máximo exponente de la religión católica, y Jeremy, en representación de los Cuadrupedios, religión joven pero ambiciosa.

Por otra parte, resulta que Engañabobos Idígoras llevaba meses sin aparecer, habiendo dejado una nota que decía «Váyanse a tomar todos por culo, pringaos. Tengo pasta que te cagas, y me la gastaré en putas y coca, retrasados. A tomar por culo, payasos». Los cuadrupedios lo interpretaron como que su lider había ascendido a la Hedonisia y allí los esperaba con los brazos abiertos.

2.37 p.m, de un día cualquiera del año. El estadio del equipo de petanca en bicicleta más famoso de la ciudad estaba a reventar. Numerosos aficionados a la religión se daban cita en uno de los eventos más importantes del siglo. Los reventas estaban haciendo su agosto, aunque fuera en marzo, o agosto. Había acudido una gran cantidad de personajes importantes del país: el presidente, los ministros, el seleccionador de petanca en bicicleta, médicos, banqueros, mafiosos, carteristas, hombres-bala, pastores, mimos, monjas policía, ajedrecistas y titiriteros. La afición Cuadrupedia había sido ubicada en el fondo sur, para que no crearan problemas, pues sus ansias de asesinar sin piedad al resto de seres hacía que no fueran demasiado del agrado del resto del público presente.

Llegó el momento, un sinfín de flashes de cámaras acompañaron la salida de los contrincantes. Por un lado, el Patata, por el otro, Jeremy Pluscuamperfecto, adalid de la estulticia. Comienza el debate. Se hace el silencio. Toma la palabra el Patata, que ganó el sorteo al tirar una moneda y salir cruz.

PATATA – A ver, ¿qué rollo es ese de los cuadrupedios?

PLUSCU – Pues una religión, como la de ustedes, solo que superior.

PATATA – ¿Superior por qué?

PLUSCU – ¿Por qué que?

PATATA – ¿Qué?

PLUSCU – ¿Eh?

PATATA – A ver, ¿por qué se supone que la religión de ustedes es superior?

PLUSCU – ¿Cuándo se supone que he dicho eso?

PATATA – Pues según mis cálculos, hará unos diez segundos.

PLUSCU – Cierto.

PATATA – ¿Entonces?

PLUSCU – ¿Entonces qué?

PATATA – ¿Que por qué asegura que la religión suya es superior a las demás?

PLUSCU – No sé, eso lo habrá dicho usted.

PATATA – A ver...grrrrrrrffffusted, en su primera intervención, ha asegurado que su religión es superior a las demás, ¿en qué se basa para decirlo?

PLUSCU – Sí, es verdad, lo he dicho.

PATATA – ¿Y bien?

PLUSCU – Sí, estoy aquí a gustico, gracias.

PATATA – ¡¡¡Buffff, pero que me diga por qué cree que su religión es superior a la nuestraaaaaaaaaaaaa!!!

PLUSCU – Es respetable que piense así.

PATATA – A ver (cogiendo aire). ¿Me va a contestar de una puta vez por qué cree que su religión es superior a las demás?

PLUSCU – Claro.

PATATA – ¿Y bieeeen?

PLUSCU – Sí, ya le he dicho que a gustico.

PATATA – (dando un puñetazo en la mesa) A ver, hijolagranputa, ¿me estás tomando el pelo o que? (se oían tímidos silbidos del respetable y se producen altercados en la grada, entre los cuadrupedios puristas y los progresistas)

PLUSCU – ¿No quería que le respondiera acerca de por qué creemos que nuestra religión es la verdadera y superior a las demás?

PATATA – Por supuesto, para eso hemos venido (relajándose al oír la respuesta de nuestro estúpido protagonista)

PLUSCU – Claro, para demostrar la clara superioridad de mi religión.

PATATA – Eso habrá que debatirlo.

PLUSCU – ¿Cuándo?

PATATA – Ahora, cojones!!! (dando un nuevo puñetazo en la mesa)

PLUSCU – ¿Ahora qué?

PATATA – Que ahora me tienes que decir porque cojones tu religión de mierda es superior a la nuestraaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa.

En esos momentos, las aficiones de ambas religiones se enzarzaron en una pelea a muerte, provocada por la reacción del patata.

PLUSCU – Pero… ¿por qué me habla en ese tono tan desafiante? Así no hay manera de mantener una conversación normal.

PATATA – Hijo de...grrrrfffff. Vete a tomar por el puto culo. ¿Así pretendes que alguien se tome en serio esa religión de mierda? Que te den a ti y a todos los que son como tú, así pensamos en nuestra religión.

PLUSCU – Lo imaginaba, son unos intolerantes

PATATA – Claro que lo somos, lo que pasa es que hacemos cómo que no, ¿pasa algo? De eso tratan las religiones. Y por lo menos nosotros tenemos un dios, ¿ustedes que tienen?

PLUSCU – Nuestro dios es una nutria llamada Adalberto, que vendrá a rescatarnos a todos y a llevarnos a la Hedonisia.

PATATA – ¿Nutria? ¿Hedonisia?

PLUSCU – ¿Dios? ¿Cielo?

PATATA – Pero a ver, qué coño es eso de una nutria, ¿en que te basas para creer esas gilipolleces?

PLUSCU – ¿En qué te basas tú para creer en tu dios?

PATATA – Bueno, hay que tener fe.

PLUSCU – Igualita que la que tengo yo en mi nutria. Solo que y los tuyos se equivocan.

PATATA – Te equivocas tú.

PLUSCU – Tú.

PATATA – Tú.

PLUSCU – Tú, tú, e infinitas veces tú.

PATATA – Mierda!

Justo en ese lúgubre instante, el Patata se abalanzó sobre Jeremy cual león sobre cervatillo, pero el representante de los cuadrupedios se adelantó y le dio muerte golpeándole en el rostro con un matamoscas marca acme. Cruel y ridícula muerte televisada en semidirecto.

En esos momentos, el estadio era un hervidero, los muertos se acumulaban. Las autoridades no sabían como parar esta masacre, así que comenzaron a disparar a quemarropa contra todo lo que se moviera. Y contra todo lo que no se moviera. Los listos que se hacían los muertos para pasar desapercibidos tampoco tuvieron suerte.

Los Cuadrupedios también iban armados, y se armó la marimorena. Empezaron a caer todos los asistentes al evento: curas, domadores de ñus, ejecutivos, políticos, lameculos y mindundis. No se salvó ni el apuntador. El único que se salvó de la masacre fue Jeremy. ¿Por qué? Porque ya había nacido muerto.

Moraleja – Las religiones sólo sirven para reprimir y controlar a las personas, y que estén siempre mansitos como corderos. Aunque, por otro lado, también hay que reconocer que las religiones provocan muchas guerras, dolor y muerte. Porque claro, si uno adora una piedra mágica, el otro lo hará con una estatuilla de un tipo con un arco, y otros con el pomo de una puerta, y entonces se mosquearán entre ellos, y dirán a sus fieles cordericos que si el otro los llamó culocagaos para meter cizaña y eso. En fin…

Así que a vivir la vida, que son dos días. Vive y deja vivir.

 

El genio Enga, convenciendo a sus fans de cercenarse su aparato reproductor para demostrar su fe, by Jackson Ruipérez

 

Texto – Dingo Wollobolf

Ilustraciones – Sofoclita Belcebú

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